Es una contradicción pero,cuando somos pequeños y estamos viviendo nuestra más dulce infancia alejados de la realidad cotidiana queremos ser mayores,queremos hacer lo que vemos que los adultos hacen mientras que a medida que crecemos,deseamos poder volver atrás y no tener tantas preocupaciones o problemas que enfrentar.Ser adulto significa tener una serie de responsabilidades que antes no tenías.Esto hace que sea muy apetecible volver al tiempo en el que aprendías a montar en bici o en la que una de tus mayores preocupaciones era que iban a regalarte el día de tu cumpleaños.Sí,ser adulto está sobrevalorado.No te engañes porque no tengas a tus padres diciéndote que hacer o por no tener que rendir cuentas a nadie por tus acciones.
Lo que da más miedo de las responsabilidades es que si te equivocas o no cumples las expectativas,puedes estropearlo todo.Una vez hemos pasado la época de fascinación por todo lo nuevo,la responsabilidad se adhiere a nosotros mismos como si piel se tratara.No podemos huir,o alguien nos hace comprender o sufrimos la consecuencias.Seguimos con nuestro proceso de aprendizaje toda la vida y a medida que pasa el tiempo nos enfrentamos a retos distintos.A pesar de ello,la madurez tiene sus ventajas.Si de pequeños queríamos descubrir todo aquello que nos rodeaba,cuando somos adultos somos capaces de ver cosas que antes no podíamos ver.